Esta situacion ha producido que las corridas de toros no despierten espectacion (excepto las de San Isidro por puro snobismo), y alpubico tanto le da si las probiheben como si no, no van y se acbo salvo que toree José Tomas que pone con su temeridad rayana en la inconsciencia lo que no pone el toro, pero lo mejor es que este problema que parece irresoluble lo solucion en el año 1.947 D. Adolfo Bollain en el siguiente conferencia que se recogio en un libro, solucion que unos no recuerdan o desconocen y a otros, demasiados quizá no les interesa recordar, he aqui lo que decia D. Adolfo Bollain y que realmente es el punto debil de la fiesta que la conducira a su desaparción o como minimo a su perdida de sentido y a una agonia lenta y dolorosima.
Pues para los que nunca han asistido a ninguna tienta y para los que, asistiendo, se dedican más a comer que a presenciar la operación -aunque de éstos últimos estoy seguro de que no hay ninguno aquí presente-, voy a explicar lo que en las tientas sucedía antes y lo que ocurre ahora.
ANTES
Salía una vaca francamente brava y con genio. Después de dejarla tomar diez, doce, catorce puyazos recargando, el ganadero daba la voz de ritual:
-¡Vista! Abrid la puerta.
El gran torero, que dirigía la faena, pedía:
-Don Fulano, voy a darla unos muletazos.
-No, no; a ésta no, que puede desgraciarse. Ya se los darás a otra.
Y se soltaba la vaca.
Salía otra vaca, que tomaba cinco o seis varas, tardeando un poco, sin volver la cara, pero teniendo que obligarla con el caballo.
-¡Vista! No me gusta.
El torero:
-¿La toreo un poco?
-Haz lo que quieras, está desechada.
El diestro salta con la muleta y la vaca embestía al trapo con bravura y nobleza.
-¡Lástima de vaca, Don Fulano! ¡Que bien embiste!
-Sí, sí, pero es mansa.
-¿Mansa?
-Mansa para el caballo. Desechada.
Y es que Don Fulano criaba toros para él y para el público; no para el torero.
AHORA
Sale una vaca que se arranca dos veces desde largo y recarga.
La primera figura que asiste a la tienta:
-Ya está vista, Don Fulano. Voy a torearla.
-Toréala.
Desde los primeros pases, la vaca embiste con alegría, con genio, se revuelve con nervio; no es que achuche por ningún lado; acomete por derecho; acude con nobleza; no busca.., pero tiene genio.
Al quinto pase, el torero se retira jadeante... y asustado.
-¡Caray, qué bicho Don Fulano! No hay quien la toree.
-Sí, es verdad. Lástima, porque es brava, pero...
Esta vaca va al matadero.
Sale otra, que corretea por la placita y, de refilón, se encuentra con el caballo, suelta una coz y atraviesa, despavorida, el redondel. Ni a fuerza de capotazos se consigue que tome una vara más.
El ganadero:
-Fulanito: dala unos muletazos, a ver qué hace.
Y lo que hace es embestir de mala gana, de puro sosa, y seguir embistiendo, porque ahora no la pinchan, y pasar una y otra vez, saliendo distraída de cada pase, sin revolverse, y dejando, por lo tanto, colocarse al torero, que exclama entusiasmado:
-¡Vaya vaca fenómeno!
-¡Enhorabuena, Don Fulano! -gritan desde diversos puntos de la plaza...
El ganadero sonríe satisfecho. Y aquella vaca mansa queda anotada como puntera en el historial de la ganadería.
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Adolfo Bollaín
"Hoy se torea peor que nunca"
De la conferencia celebrada en el Club Taurino Madrileño
el 7 de Febrero de 1947
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