Dña Gloria no llega ni ha esto se queja demagogicamente y ahí deja el pastel para ver quien lo resuelve o propone medidas para resolverlo, y para eso para decir lo que ya es sabido mejor callarse ella y no reproducirlo torear, porque soluciones hay pero Doña Gloria no se atreve a proponerlas y si se atreviera torear no se haría eco.
El análisis de Doña Gloria que refleja la realidad es producto de muchos años donde los aficionados engañados por los sobrecogedores, medios de comunicación habituales y aficionados corruptos, han estando pasando por aro, protestando pero pagando, y como se pagaba el monopolio obtenía y obtiene pingües beneficios, porque cambiar una cosa que destruye a la corrida pero que a ellos les enriquece de inmediato, no tienen necesidad, mientras hayan primos los timadores irán boyantes y aumentaran.
El cemento es la única solución que pierdan dinero que no les sea rentable el ballet sangriento que presentan como corrida, o una de dos desaparece y con ellos la corrida que como la entienden ya seria un gran avance o coge las riendas la autogestión, no la de Eneko por supuesto, que es peor que la del monopolio explotando a modestos mas descaradamente, o bien el mismo monopolio quiere seguir con la ubre en sus manos y rectifica y empieza a dar la corrida autentica de verdad, la solución esta en manos de los aficionados, no ir los espectáculos de ballet sangriento que produzcan perdidas, ahora lo tenemos mejor que nunca porque con la crisis en Sevilla le han visto las orejas al lobo y en Madrid parece ser que también, han sobrado abonos y lo que han renovado la mayoría lo han hecho por el mínimo posible, solo que unos cuantos no hace falta ser la mayoría que nos concienciáramos, bueno yo ya lo hago, y no pasáramos por taquilla los beneficios se les acababan y entonces a ver que hacían, empresarios, apoderados, G-10 y los que no son el G-10, el grupo especial y muchos del primer grupo. En nuestras manos esta la solución solo hace falta la valentía y la voluntad para hacerla una realidad.
LOS ÚLTIMOS EN CERRAR LA PUERTA
Se esfumó el invento de la mini-feria de la Comunidad, al que no podrían haber bautizado con un nombre más cursi. Lo realmente “mini” ha sido el aforo de los dos días: un quinto de plaza el sábado y algo más de un tercio el domingo. Ni siquiera sumando el público de ambos festejos hubiéramos llenado Las Ventas. Dejando los problemas de taquilla a un lado, esta feria ha hecho que tomemos conciencia de una realidad triste: estamos presenciando el final de una etapa de la Tauromaquia que, irremediablemente, será sustituida por el laureado Toreo Moderno o del Siglo XXI.
Toreros como Luis Carlos Aranda no tienen hueco en el devenir de la Fiesta. La torería no se enseña: se tiene o no se tiene. Tampoco es una cuestión de edad. Los toreros con sabor añejo, incluso siendo jóvenes, parecen que se han tragado a un anciano. Su secreto reside en una actitud, un recreo, una pausa, una media sonrisa, un brillo en los ojos, un cimbreo, un paso hondo, una solemnidad, un derroche y, a la vez, un recogimiento. Todo eso y algo más constituyen la torería. Con un hilo del pañuelo de Luis Carlos Aranda nacerían tres generaciones de grandes toreros. Pero los novilleros de ahora no están trenzados con esos mimbres. Se comprobó el martes, durante la novillada de Nazario Ibáñez –magnífica, por cierto, y donde no se cortó una sola oreja-. Estos neo-novilleros no salen al ruedo a jugársela a cara o cruz. Por el contrario, son pequeños funcionarios de la Tauromaquia que hacen el paseíllo para cumplir un trámite. Ojalá “sólo” el fallo a espadas les hubiera privado de la Puerta Grande como han publicado muchos medios. Desgraciadamente, el problema es mucho más profundo. Más allá de su inexperiencia -totalmente justificable-, carecen de pasión, ese ardor irreflexivo, incontenible e incomprensible que, por ejemplo, le sobró a Luis Carlos Aranda pareando al tercer toro de Los Bayones. ¿Cómo es posible que un torero veterano derroche más vida que un novillero? En dos días y una misma plaza, el contraste entre la Vieja y la Nueva Tauromaquia ha quedado en evidencia como el final de una larga agonía.
Toreros como Aranda, El Fundi o Juan Mora serán los últimos en cerrar la puerta. Y los aficionados nos quedaremos ahí, a la deriva de los tendidos, contemplando la llegada de un arte que ni comprendemos, ni nos emociona, ni con el que comulgamos.
Gloria Sánchez-Grande
Da como verguenza, la promoción por parte de los tarados del blogTorear, la promoción del artículo de esta mediocre, sucia hasta el hartazgo (una ducha de vez en cuando Srta.).
ResponderEliminarNi que hubiera escrito el libro de Chaves Nogales sobre Belmonte.
Saludos.
VENTEÑO